Tras un delicado cuadro de salud que motivó su internación en plenas vacaciones en Brasil, ayer dejó de existir Jorge Ojeda, un reconocido vecino que dedicó su arte a los más bajitos y quien supo desplegar toda su disciplina literaria y musical desde los micrófonos de las radios, entre ellas en el último tiempo en la 104.1 Tandil FM, con su sección Juguemos Cantando en distintos espacios de la programación de la radio de Multimedios El Eco.
Jorge comenzó su trabajo artístico a fines del ‘70. Tandil, Mar del Plata y varias ciudades de la provincia de Buenos Aires -así como en distintos festivales infantiles- fueron escenario de las actuaciones que realizó con Alicia Otero, de sólida formación en danza y expresión corporal.
Durante 20 años se presentó en radios AM y FM con diferentes propuestas de programas y microprogramas de difusión de música para niños, por los que recibió importantes reconocimientos. El 22 de noviembre de 2010 el Comité Ejecutivo organizador de la Sexta Feria del Libro Mar del Plata Puerto de Lectura 2010, convocó al autor y compositor a presentar el trabajo para sumarse a los festejos del Día Internacional de la Música. Al año siguiente fue distinguido con la Nariz de Oro en el Festival de la Payasada.
En una recordada entrevista con la sección dominical de La Vidriera, el artista dejó plasmado su pensamiento, su entusiasta convicción de apostar al entretenimiento y educación de los más bajitos.
“Guardo recuerdos hermosos de mi infancia, tenía mi árbol, una higuera gigante, no se podía abrazar su tronco de grande que era y su copa cubría el ancho del patio. Arriba tenía una ´casita´ mirador y mi madre me subía comida. Abajo era la carpa de un circo, con trapecio, hamaca y sogas y también en ocasiones un fuerte con puente levadizo o refugio de guerra. Era la época de las películas de cowboys e indios, pero uno de mis juegos preferidos era el circo, hacía teatro de títeres y cuando tomé la comunión armé una iglesia con altar en mi casa y por supuesto también un escenario. Caminar por arriba de los techos y “atacar” aviones que pasaban era un sueño con mis amigos del barrio. También fabricaba de todo, autos de madera, carritos con rulemanes y barquitos para llevar a la pileta de la plaza de Rivadavia y Monseñor de Andrea (cuando la tenía). Recorría con mis amigos los arroyos de Tandil, el Calvario, el Parque y las sierras, grandes excursiones en las tardes del barrio”, supo reseñar sobre su infancia. Sobre su pasión por la música, dijo en aquel reportaje que el juego infaltable era la música, “comencé tocando el bombo, luego la guitarra y jugar cantando era mi actividad preferida nos juntábamos, y para mi familia y mis amigos no existía reunión sin música”.
Ya sobre la escritura lo atraparía en su adolescencia. “Un día se me dio por escribir poemas de amor. Siempre me gustó la escritura, me destacaba en redacción en la escuela, pero para mí era natural y no le daba demasiado valor, todavía las guardo”.
Sobre su dedicación para con un público tan complejo como los niños, contó que “un día ante una invitación al `Club de Tandilín´ que organizaba Edith Montani en los altos de la confitería Norma, en 1975, me enganché con la música para chicos y empecé a escucharme yo mismo cantando canciones que me gustaban. Busqué una temática que me contuviera, a mi manera para compartirlas con los chicos jugándolas y cantándolas con ellos y resultó fantástico”.
A partir de allí nunca paró de componer también otros temas como familiares, del setenta, de encanto, desencanto y algún que otro tango.
“El mundo del niño es el juego, esa capacidad que todos tenemos, nuestro niño que nos pide expresarnos y dar para todos y compartir. Y hacer algo que nos trascienda como seres humanos, no para nosotros sino para los demás. Me viene el maravilloso recuerdo de Eloy Villaverde, que era cura en Santa Ana en los sesenta y fue lo primero que aprendíamos con él. Sin mentiras… dando es como recibimos”.
Preguntado sobre cuál era su más ferviente deseo por estos tiempos, respondió sin dudar: “Que tanto a través de las autoridades culturales como de los medios televisivos, radiales y gráficos le hagan lugar a las propuestas de los que trabajamos con la música y el teatro para niños de manera independiente. No conozco a nadie -independientemente de la edad-que no le gustaría ver las plazas y teatros con clowns, actores y músicos vistiendo las tardes domingueras”. Desde la radio del Multimedios El Eco pudo cumplir buena parte de ese sueño. Que descanse en paz.